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La mayor baja: como mínimo, 50% abajo del precio más alto

Señal: Larga/ Dificultad: 7

Queremos invertir en lo que equivale a situaciones donde el mercado está actuando de manera ineficiente. Esto es el equivalente a encontrar nichos. Las reglas normales no se aplican en los nichos y, como tal, hay oportunidades. Por ejemplo, en el extremo de la pequeña capitalización del mercado hay valor porque ahí no pueden jugar los "peces gordos". Esto deja oportunidad para los peces pequeños.

Si el mercado se ve ineficiente por cualquier motivo, los precios se van por todo el mapa. Puede ser hasta arriba en una burbuja o hasta abajo en un desplome. Cuando las ruedas se le caen al mercado, este tiende a perder su eficiencia. En efecto, el inversionista busca situaciones donde las cosas están rotas y el mercado le pagará para solucionarlas con su participación.

Cuando una acción cae fuertemente, la caída podría congelar el mercado. Esta es una oportunidad. Como tal, observar a las acciones que han caído más del 50% es un buen "basurero" donde hay que ir a buscar. ¡Incluso puede fijarse en aquellas acciones que han bajado un 70%, 90% o 99%!

Cuanto mayor sea la caída, más atractiva puede ser la oportunidad. Sin embargo, el mercado no es tan estúpido. Tiene que haber una buena razón por la cual una acción haya caído un 90% y tiene que haber una muy buena para hacerla volar de nuevo. Es mejor estar seguro de lo que uno sabe y de por qué el resto del mundo está mal. Sin embargo, estas oportunidades aunque son raras, existen.

Esto no es una señal mecánica; es una invitación para palear toneladas de lodo a través de la canaleta para encontrar una pepita de oro o dos.

Entre menor la caída, mayor es la posibilidad de resurrección y numerosas acciones se reducen a la mitad y doblan en precio en un ciclo de dos años. Por lo tanto, las acciones que perdieron la mitad de su valor son un grupo fértil para buscar.

Las acciones pueden caer mucho sin razón alguna. Pueden bajar debido a la aleatoriedad del mercado.

(¿Por qué? Un paseo aleatorio — piense en echar una moneda al aire — le traerá siempre al lugar donde comenzó, como promedio. Pero la distancia más lejos del punto de partida a la que llegará en su zangoloteado paseo, como promedio, va a aumentar en proporción a la raíz cuadrada del número de monedas aventadas. Así que una acción oscilará al azar balanceándose de su precio real a una gama que se expande con la raíz cuadrada de sus cotizaciones. Que es por lo cual puede reducir su valor a la mitad y doblarlo a medio plazo, aún sin que su valor variara en términos de valor real.)

Así que si un conjunto de acciones sólidas se bambolea hacia ningún lado, puede seguir su progreso y comprar las acciones cuando se tambaleen lejos de su valor de origen, al que pronto que volverán. Obviamente, hay que mantenerse al tanto de una gran cantidad de acciones y mantenerse al día con sus noticias, pero en efecto muchos inversionistas simplemente hacen eso; y saltan de acción en acción como si fueran soplados por vientos aleatorios. Se puede ver que, en efecto, los inversionistas están empujando las acciones a sus valores reales y esa ganancia alimenta la capacidad del mercado para ofrecer un precio justo.